Cómo limpiar oro en casa de forma segura y sencilla
El oro es un metal precioso de gran valor que destaca por su brillo distintivo y durabilidad, muy apreciado en el sector de la joyería, pero también como inversión —sobre todo, en momentos de crisis—. Además, destaca su rareza por ser uno de los elementos más escasos de la tabla periódica, lo que hace que se convierta en un bien limitado y valioso. El oro es estable y no reacciona con otros elementos químicos, razón por la cual no se corroe o se empaña y puede mantener su brillo a lo largo del tiempo, ahora bien, dependiendo de ciertos aspectos puede ensuciarse con el paso del tiempo y en algunas ocasiones puede ser necesario llevar a cabo una limpieza de tus piezas de oro. En este artículo te explicamos todo lo que debes saber y cómo limpiar oro. ¡Vamos a ello!
¿El oro se ensucia?
Aunque el oro puro, de 24 quilates (24K), es un metal inalterable que no se oxida ni se corroe, la realidad es que la mayoría de las joyas de oro no están hechas de este material en su totalidad. Esto es normal, de hecho, el oro de 24K no se emplea en joyería, sino el de 18K, que se alea con otros metales, como el cobre, la plata, el níquel o el zinc para hacerlas más duras y resistentes al uso diario. Es precisamente esta mezcla la que puede reaccionar con el entorno y hacer que la joya se ensucie. El contacto con la piel, el sudor, los productos cosméticos, los aceites naturales del cuerpo, e incluso el cloro de las piscinas, pueden crear una capa de suciedad y deslucir el brillo del metal. Por otro lado, el polvo y la suciedad puede acumularse en los pequeños recovecos y tallados de las joyas, haciendo que su color se vea opaco y menos vibrante. Afortunadamente, este proceso es reversible y con la limpieza adecuada se pueden recuperar sus propiedades originales.
Cómo limpiar el oro correctamente en casa
Ya sea que quieres lucir tu joya como nueva y con todo su esplendor, venderla o empeñarla en un monte de piedad como CrediMonte para hacer frente a un imprevisto económico puntual (y tener la posibilidad de recuperarla posteriormente con las mejores condiciones del mercado), la clave para una limpieza exitosa es utilizar productos suaves que no dañen la aleación del oro ni las piedras preciosas o semipreciosas que puedan acompañar a la joya. Por ello, evita el uso de productos abrasivos como limpiadores industriales, cloro o bicarbonato de sodio en seco, ya que pueden rayar la superficie del metal. Para un método más seguro, sigue los siguientes pasos.
Paso 1: Prepara la solución de limpieza
Necesitas un recipiente pequeño, agua tibia (no hirviendo) y un poco de jabón neutro o lavavajillas líquido. Llena el recipiente con agua tibia y añade unas pocas gotas de jabón. Remueve suavemente hasta que se forme una ligera espuma. Si tienes joyas con piedras preciosas, como diamantes, puedes añadir un poco de amoníaco a la mezcla para potenciar su brillo, pero evita este ingrediente si la joya tiene perlas, ópalos o esmeraldas, ya que podría dañarlas. Tampoco lo utilices en exceso.
Paso 2: Remoja tus joyas
Introduce las joyas de oro en la solución de limpieza y déjalas en remojo durante unos 15 a 20 minutos. Este tiempo es suficiente para que la suciedad incrustada se ablande y se desprenda de la superficie del metal. En caso de que las joyas estén muy sucias, puedes dejarlas en remojo un poco más, hasta 30 minutos.
Paso 3: Cepillado suave
Una vez que la suciedad se haya aflojado, retira las joyas del recipiente y, con un cepillo de dientes de cerdas muy suaves, frota delicadamente cada pieza. Presta especial atención a los espacios pequeños, como los grabados, los engarces de las piedras y las uniones de las cadenas. El objetivo es remover la suciedad sin aplicar demasiada presión, para evitar rayar el oro. Si la suciedad está muy incrustada, puedes volver a sumergir la joya en la solución y repetir el proceso.
Paso 4: Enjuaga y seca
Con la suciedad ya desprendida, enjuaga las joyas con agua limpia y fría para eliminar cualquier residuo de jabón. Es crucial asegurarte de que no quede ningún resto de detergente, ya que con el tiempo podría crear una capa opaca. Una vez que las joyas estén limpias, sécalas con una toalla suave, preferiblemente de microfibra, o un paño que no suelte pelusa. No utilices pañuelos de papel ni materiales ásperos.
Paso 5: Abrillantado final
Para darle el toque final, puedes pulir la joya con un paño de gamuza o un paño especial para pulir joyas. Esto le devolverá su brillo natural y la hará lucir como nueva. Si tu joya no tiene brillo, pero sí suciedad en los pequeños huecos, puedes seguir estos pasos, y si después sigue sin brillo, entonces puedes optar por llevarla a un joyero para que le dé un abrillantado. Por supuesto, siguiendo esta sencilla guía, podrás mantener tus joyas de oro limpias, brillantes y en perfecto estado. Un cuidado regular no solo preserva su belleza, sino que también protege su valor, asegurando que sigan siendo una posesión preciada por muchos años.